miércoles, 26 de septiembre de 2007

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El lugar ha permanecido por más de 30 años olvidado. Es un terreno de considerables dimensiones, descosido entre poblaciones de vistosos cierros como empalizadas y galpones de lata corroída. Un macizo de árboles, una calle por hacer, un parque a medio camino, son sus bordes próximos. Su cercanía al centro de la ciudad hace que exista gran tráfico en cuanto a auto y peatón. Las huellas de un transito permanente se han estampado en el lugar, marcando un sendero en forma de cruz. En los atardeceres el sol poniente entra con fuerza, atravesándolo en toda su extensión, por su lado más largo.
Es extraña la atmósfera que aquí se encierra, si pudiera olvidarme del tráfico (y un par de cosas más), tal vez podría encontrarme, donde más me prefiero estar: en medio de ninguna parte.



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“…uno de los problemas fundamentales que plantea cualquier contexto (paisajístico, urbano o arquitectónico) es el del contenido. Para que tenga efecto, mi obra debe desconectarse de lo que ya contiene el emplazamiento. Un modo de añadir algo a un contexto existente y, por ende, de modificar su contenido, es analizar y asimilar componentes ambientales específicos: fronteras, bordes, edificios, sendas, calles, toda la fisonomía del entorno. El lugar se redefine pero no se re-presenta…”
[1] Richard Serra.











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Talvez, esta lectura, permite imaginar la posibilidad que encierra la construcción de un cierre perimetral que, instalado a la manera de los “cuerpos de Serra”, redefina su entorno, poniendo en valor un paisaje existente.
Todo esto me ha hecho recordar las construcciones agrícolas fotografiadas por Bernd y Hilla Becher, algo similar sucede al observar sus “tipologías”.










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Siempre han llamado -de sobremanera- mi atención: copas de agua, silos y molinos. Creo que lo que me seduce es su actitud, la forma en que se muestran a un lado del camino. Silenciosos y absortos gigantes, no parecen perseguir mayores pretensiones. Mudos frente a un entorno que aunque parece ser ajeno a su naturaleza, igualmente parece haber sido detonado por su presencia.
Esta voluntad de “ser en sí”, otorga una claridad deslumbrante en su lectura externa. Asunto que encuentra sentido o belleza, si se piensa en que todo su esfuerzo, radique en encerrar un volumen de aire -construir una interioridad- que no es más que el vaciado de sus formas…
Algo de esto es lo que ando buscando.










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Pero…
¿Cómo se construye un “silo” que pretende ser cierre de una multicancha?
El asunto pareciera ser un problema de transparencia. Talvez, lo que se necesita es la construcción de un volumen ya no completamente opaco. Sino más bien un cuerpo difuminado, que permita velar su contenido y entorno. Quizá, solo baste achurar un paisaje, como sucede en algunos dibujos y grabados de David Hockney. Quizá exista un término medio.











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Tomando en consideración el contenido del lugar se define un trazado elíptico, extendido sobre una de las diagonales del terreno, que permite inscribir una multicancha (26.0 x 14.0 m.).
Sobre este trazado se levanta un cierre continuo, generado a partir de un sistema constructivo de pliegues homogéneos en 90º más un empotramiento continuo de 0.6m., que permite el auto- soporte de una malla ACMA electro-soldada (5.00 x 2.60m.), formando de esta manera, un monótono espesor estructural.
Sobre este primer cierre estructural, se instala una malla raschell, desde los 0.15m. hasta los 4.3m. de alto (borde superior), fijándose con un perfil L que pasa por todos los puntos interiores de la malla ACMA, construyendo un anillo tenso y continuo que permite tamizar la luz, entregando ciertos grados de opacidad.
Sumado a lo anterior se construyen unos recuadros de pavimento, dibujados por líneas de baldosas, que junto con marcar los accesos y un bebedero, fijan el trazado elíptico del cierre al perímetro del sitio.
Por último se marca una franja roja en el suelo que, a la manera de un trazado de cancha, delimita un campo de acción, definiendo un perímetro con espesor de 3.00m, que anuncia un terreno de juego, como una señal de festividad.































































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Todo este esfuerzo, permitirá quizás, hacer de este cierre pretendido por la comunidad, un lugar que “expandiendo el imaginario público”, como nos dice Smiljan Radic para el proyecto “Cancha en Culiprán” encuentre su motivo:

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